El hecho de estar rodeado de agua, de contar con el mar muy cerca, y hasta vivir a la orilla de la playa. De poseer espectaculares bahías, contar con buenos restaurantes, hoteles, casas vacacionales, residencias en comunidades pesqueras, en lugares emblemáticos, ha hecho que muchos nativos, y visitantes se animen a pasar el fin de año, y comenzar el año nuevo en la playa: unas cajas de escoses, botellas de la bebida de su preferencia, una parrilla, un sancocho, buena música, y mucho ánimo de compartir, y pasarla bien, serán los ingredientes para romper con la rutina.  

Hay una especie de “ritual”, de creencia de “hablarle” al mar, de lanzarle objetos personales, de lanzarse al agua, de bañarse en la playa para “dejarlo” todo al salitre, al agua salada. Una especie de creencia de despedir al año bañándose en la playa, y de comenzar el año, el primer día tomando el sol en la playa, caminando, bañándose en la playa, estar en el agua por mucho tiempo. Es una cuestión de fe, de creencia, suponer que las estrellas, la oscuridad de la noche, la luz de la luna va incidir positivamente en nuestras vidas. Que el mar se lleva todo lo malo del año. Y que los rayos del sol del amanecer, la claridad del día, le acompañarán siempre en el camino, en la toma de decisiones del nuevo año. Dejar atrás todo lo malo, para emprender un día mejor, un año mejor. Como el amanecer de un nuevo día.  

Así chocarán las copas, vasos, se darán el abrazo, gritarán, llorarán, y regresarán a casa con la misión cumplida. Lo logramos, nos fuimos a la playa, nos olvidamos de la casa, llevamos toda la comida, bebidas, sillas, utensilios, y la pasamos totalmente diferente. Fue un momento inolvidable, y todos contentos, porque se despidió el año viejo, se recibió el año nuevo en un escenario fuera de lo común. Buscando ese cambio, esa buena vibra. 

Este ritual, o creencia, no solo lo manifiestan algunos margariteños, sino también muchos turistas, muchos visitantes, que aprovechan su estadía en la Isla para cumplir con ese deseo, de pasar la noche del año viejo, y recibir el año nuevo a la orilla de la playa. Así como la creencia de tomar una maleta en los últimos minutos del año, para que en el nuevo sea próspero, puedas viajar, y disfrutar. Son cosas y casos de la vida. Sin duda una buena alternativa para nativos y visitantes.